Busto de Andrés de Vandelvira en Alcaraz, su ciudad natal

Busto de Andrés de Vandelvira en Alcaraz, su tierra natal

Es uno de los arquitectos más fascinantes del siglo XVI. Autor de un impresionante legado renacentista en la provincia Jaén. Y, sobre todo, en Úbeda y Baeza. Ciudades que deben su declaración como Patrimonio de la Humanidad a la excelencia de Andrés de Vandelvira.

Andrés de Vandelvira creció entre golpes de martillos y el restallar de cinceles. Se especula que en el seno de una familia de canteros de origen nórdico. Debió prestar mucha atención a las conversaciones donde se discutía sobre la textura de la piedra, la forma de dar los cortes o qué herramientas utilizar…. Porque, muy pronto, comienza a realizar sus primeros trabajos como aprendiz de cantero en Alcaraz, la localidad manchega donde nace a principios del siglo XVI. Vandelvira es, sin duda, un alumno aventajado y no tarda en entrar al servicio del maestro Francisco de Luna, con quien va ha realizar sus primeros trabajos importantes.

Francisco de Luna es algo más que un maestro para Andrés, ya que terminará solicitando la mano de su hija, Luisa de Luna. La joven pareja establece su hogar y su hacienda en la localidad de Villacarrillo, donde discípulo y maestro intervienen en la gran obra de la iglesia parroquial. Sin embargo, pronto tendrá Vandelvira que buscar una nueva casa en Úbeda, al ser requerido para participar en un fascinante proyecto constructivo: la Sacra Capilla del Salvador.

Andrés de Vandelvira no puede estar en el lugar y en el momento más idóneo. Porque este proyecto está impulsado por una especie de mecenas a la italiana, Francisco de los Cobos, secretario del emperador Carlos V. Y porque este poderoso personaje y su familia va a iniciar una cascada de edificaciones que convertirán a la ciudad de Úbeda en el epicentro del Renacimiento en el sur.

La estereotomía y la bóveda baída

En la construcción de la Capilla del Salvador, Vandelvira tiene la oportunidad de conocer a Diego de Siloe. Este último es quien ha diseñado los planos y, además, es un experto en la construcción «al romano». El joven cantero de Alcaraz aprende con él los secretos del estilo clasicista y comienza a depurar su estilo, a buscar su propio camino. Hasta el punto de aventajar a sus maestros, aportando soluciones imaginativas que se apartan de la rigurosa norma.

En ello tiene mucho que ver el dominio absoluto que posee Vandelvira de la estereotomía o el arte de cortar la piedra. Que consiste en encajar, de forma precisa, cada una de las piezas que conforman la construcción, para que sean capaces de sostenerse por sí mismas. Una técnica que presenta gran dificultad cuando se trata de cubrir superficies curvas. Para remediar esto, Vandelvira ideó la bóveda baída. Una bella y audaz solución arquitectónica que consigue dar sensación de ingravidez y ligereza a espacios cubiertos por toneladas de piedra.

Todo esto tiene bastante mérito si se tiene en cuenta que el joven maestro de Alcaráz jamás visitó Italia, la cuna del arte renacentista. Aunque sigue con avidez los tratados de sus máximos representantes, sobre todo de Vitrubio y de Sebastiano Serlio. Con el tiempo, los méritos de Vandelvira también serán recogidos en un famoso tratado, el Libro de traza de cortes de piedra, escrito por su hijo Alonso, que siguió la estela del oficio paterno. Este manual fue, durante décadas, instrumento clave y referente en la difusión del estilo renacentista.

Bóveda baída en el Hospital de Santiago de Úbeda

Bóveda baída en el Hospital de Santiago de Úbeda

Un patrimonio para la humanidad

A partir de la obra del Salvador a Vandelvira le llueven los encargos. En Úbeda, proyecta el palacio del deán Ortega, junto al panteón funerario, actual Parador de Turismo. Más allá, la fastuosa residencia de Vázquez de Molina, actual sede del Ayuntamiento. También el palacio de Vela de los Cobos, el único que aún continúa habitado, o el Hospital de Santiago a las afueras de la ciudad, convertido hoy en magnífico centro cultural.

En Baeza, y de forma simultánea a la Capilla del Salvador, se va a encargar de otro panteón funerario, la Capilla de los Benavides, en la iglesia conventual de San Francisco. Y también contarán con él para acometer la remodelación de la suntuosa Catedral de la ciudad.

Andrés de Vandelvira está en todo su apogeo y madurez artística. Con ímpetu y capacidad para abordar cualquier tipo de proyecto. Y así lo hace. Trabajará en templos, palacios y castillos, en ayuntamientos y pósitos. También se atreve con obras de ingeniería como fontanas y puentes. Diseña, incluso, artísticas rejas al estilo renacentista y no desprecia intervenir en portadas de casas o en simples cantinas.

Catedral de Baeza

Interior de la Catedral de Baeza

Por este motivo, Vandelvira estará gran parte de su vida recorriendo caminos polvorientos, visitando todo tipo de obras. Úbeda, Baeza, Sabiote, La Guardia, Torres, Huelma, Canena… Y, aún más. Porque el maestro de Alcaraz va a conseguir el puesto de Maestro Mayor de la diócesis, que le obligará a ocuparse del mantenimiento de todas los edificios eclesiásticos del antiguo Reino de Jaén.

El Renacimiento que viajó a las Américas

El puesto de Maestro Mayor le brinda a Vandelvira también la oportunidad de realizar su obra más sublime y ambiciosa: la remodelación de la Catedral de Jaén. Es un auténtico genio en darle la vuelta a los templos bajomedievales, sustituyendo su estructura gótica por otra «al romano».

En el caso de la Catedral de Jaén, va a ampliar considerablemente su espacio, antes estrecho y angosto, incapaz de dar acogida a la gran muchedumbre que se concentra para contemplar la reliquia del Santo Rostro. Y lo hace desplegando un virtuosismo y una madurez fuera de lo común. Demostrando un dominio pleno del lenguaje clásico, con el uso y disposición de arcos y columnas que consiguen espacios depurados, grandiosos y llenos de luz.

Por todo ello, los padres de la Iglesia, encargados de la evangelización del Nuevo Mundo, ven en la Catedral de Jaén un modelo para la construcción de los grandes templos cristianos de Hispanoamérica. Es el que mejor simboliza la victoria del Cristianismo y, siguiendo su patrón, se levantan las catedrales de México, de Colombia o Perú.

La estela de Andrés de Vandelvira

Vandelvira sabe rodearse de un corpus de artistas de primera magnitud para ennoblecer sus espacios arquitectónicos. Algunos de ellos vienen del extranjero, como Julio de Aquiles, Jacopo Florentino o Esteban Jamete. Otros, como Alonso Berrugete o Pedro Machuca provienen de diversos lugares de la geografía nacional.

Con Esteban Jamete, impetuoso escultor de origen francés, va a desplegar un riquísimo programa iconográfico en sus construcciones. Y va a introducir el distintivo de la figura humana, con fabulosos atlantes y cariátides. Un estilo personal que va a marcar las pautas a muchos seguidores en el oficio, como Alonso Barba, su más fiel discípulo. En él confía, antes de morir, para culminar la Catedral de Jaén y muchas de sus obras inacabadas.

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