El obispo constructor, Alonso Suárez de la Fuente del Sauce en la sillería del coro de la Catedral de Jaén

Retrato de Alonso Suárez de la Fuente del Sauce en la sillería del coro de la Catedral de Jaén. Autor: Diego Jerez

Alonso Suárez de la Fuente del Sauce estuvo al frente de la diócesis de Jaén durante veinte años. Periodo en el que realizó incontables edificaciones que le valieron el sobrenombre de «el obispo constructor». También es conocido como «el obispo insepulto», ¿quieres saber por qué?

No es difícil encontrarse con el escudo del obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce en las fachadas monumentales de la provincia de Jaén. En los años que ocupó la diócesis jiennense, entre 1500 y 1520, intervino en multitud de obras a lo largo y ancho de este reino, entonces perteneciente a la corona de Castilla. Lo hizo en iglesias, capillas funerarias, portadas, oratorios, palacios, fachadas, y hasta en un puente… Y, lo que es más meritorio, esta obras, en su mayoría, las sufragó de su propio bolsillo. Por todo esto, el prelado se ganó a pulso el sobrenombre de «el obispo constructor».

Nuestro ilustre personaje fue con anterioridad obispo de varias diócesis, de Mondoñedo y Lugo. También inquisidor general, nombrado por los propios Reyes Católicos, y presidente del Consejo de Castilla. Sin duda alguien muy influyente. Sin embargo, parece que su origen era bastante humilde. Hijo de simples labradores, nació en el siglo XV en Fuente el Saúz, un pequeño pueblo de Ávila. Tan pequeño que todos sus habitantes mantenían algún tipo de relación familiar entre sí.

El obispo constructor, Alonso Suárez de la Fuente del Sauce en la empuñadura del báculo

Retrato de Alonso Suárez de la Fuente del Sauce en la empuñadura de su báculo. Foto: Diego Jerez

Un escudo para un nuevo linaje

El obispo don Alonso Suárez tomó como segundo apellido el nombre de su pequeño pueblo natal: Fuente del Sauce. Y sobre él ideó un fabuloso escudo nobiliario con el que jamás hubiera soñado alguien que comenzó siendo pastor de ganado.

Consta el blasón de una fontana con pilón hexagonal, muy similar al de la fuente de la eterna juventud. Símbolo revitalizante, de vida, reforzado por el sauce que se yergue en su centro. Este árbol posee hojas imperecederas, siempre verdes y alimentadas por el agua que, a su vez, vierte sobre el pilón. En toda esta detallada iconografía se aprecian numerosas connotaciones humanistas, al igual que la corona de laurel que suele envolver al escudo.

Escudo del obispo constructor en la iglesia de San Ildefonso de Jaén

Escudo del obispo constructor en la iglesia de San Ildefonso de Jaén. 

El obispo ilustrado

Y es que, la formación y el pensamiento de nuestro personaje no es medieval, sino ilustrado. Alonso Suárez de la Fuente del Sauce se formó en leyes, teología y literatura clásica en Salamanca. Pero a la hora de acometer una obra arquitectónica se decanta, sin embargo, por el estilo gótico.

Aunque esto pueda parecer una contradicción, para el catedrático de la universidad de Jaén Galera Andreu no lo es tanto. Pues el gótico que reflejan las construcciones del obispo es un gótico tardío. Un estilo que se suele yuxtaponer en muchas ocasiones al incipiente Renacimiento, compartiendo ambos elementos arquitectónicos como es la bóveda de terceletes.

Por otro lado, la inclinación hacia la arquitectura gótica en la Baja Edad Media no es solo de nuestro obispo protagonista, sino de la aristocracia cristiana en general, muy dependiente en lo artístico de Flandes. Los arcos apuntando al cielo o la atmósfera de las vidrieras de sus templos conseguían transmitir una auténtica sensación de espiritualidad. Y sus amplias naves de salón, acoger a un mayor número de fieles. Esta última era una cualidad muy buscada en la provincia de Jaén. Ya que, al aumento de la natalidad en esta época, había que añadir la llegada de los nuevos repobladores.

Algunas de sus obras más destacadas

Entre sus muchas edificaciones en la provincia jiennense, hay que destacar su intervención en Santa María de los Reales Alcázares, en la iglesia de San Pablo y también en las portadas de las parroquias de San Nicolás y San Isidoro. Estas últimas ubicadas en aquel tiempo en los arrabales de la ciudad de Úbeda. En Baeza, la portada del Perdón de la Catedral es una obra de gran originalidad, como también lo es la fachada de la iglesia de San Andrés. Esta última apuntando claramente al Renacimiento.

En todas ellas se aprecia una arquitectura muy suntuosa, con copetes de encaje y labradas cresterías que sugieren los ricos ropajes de la nobleza, en un intento de dignificar no solo al edificio en sí, sino también a la ciudad que los alberga. Hay, por ello, una vocación de lo público sobre lo privado en el obispo constructor. Pero quizás donde mejor se distinga esta faceta sea en el llamado Puente del Obispo. Una obra enteramente de carácter civil, aunque lleve una capilla incorporada. Obra necesaria sobre el río Guadalquivir para conectar la capital de Jaén con Baeza y que, para transitar por ella, no se pide prebenda alguna, tan solo el rezo piadoso de un Ave María.

Puente del Obispo

El obispo insepulto

Puede que el deseo de nuestro personaje de ser enterrado en el altar mayor de la Catedral de Jaén le llevará a edificar una ambiciosa capilla funeraria en dicho lugar. En ella se custodiaba una de las reliquias más veneradas de la antigüedad: el Santo Rostro. Motivo de peregrinación de toda la cristiandad. Ya muerto y enterrado el prelado en el año 1520 y satisfecho su anhelo, sucedió algo que trastocó sus planes.

Y es que, en el siglo XVII, esta capilla tuvo que ser necesariamente derruida para adecuar el altar mayor al nuevo aspecto renacentista de la Catedral jiennense. Por tanto, hubo que sacar el cuerpo momificado del obispo constructor de su nicho y dejarlo, provisionalmente, en una cajonera. Lugar donde permaneció ¡durante casi quinientos años! ya que el Cabildo catedralicio y la familia del finado no se ponían de acuerdo sobre el lugar en que debía ser enterrado de nuevo.

Momia del obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce

Momia del obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce

Durante todo este tiempo, la cajonera se abrió muy contadas veces. Una de ellas a petición de Carmen Polo, la esposa del Caudillo. A la ilustre consorte debía de producirle morbo la historia del obispo insepulto y quiso contemplarlo con sus propios ojos. Sobre el pecho de la momia, sujeto con unos largos dedos embalsamados, había un ejemplar de las Odas de Horacio, lo que dice mucho sobre el carácter del prelado.

El extravagante culebrón del obispo insepulto llega a su fin en el año 2001, con su definitiva inhumación en la actual capilla mayor de la Catedral de Jaén, como era su voluntad. En la lápida de la sepultura reza un epitafio en latín que suena a un auténtico suspiro de alivio: «Yace por fin inhumado».

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