Interior de la iglesia de San Pablo de Úbeda

La iglesia de San Pablo de Úbeda es el segundo templo más antiguo de la ciudad. Durante décadas albergó el antiguo Cabildo y los archivos de la nobleza. En sus muros aún conserva vestigios del románico.

La iglesia de San Pablo de Úbeda preside la plaza Primero de Mayo, popularmente conocida como paseo del Mercado. Porque en su explanada, siglos atrás, se vendían todo tipo de mercancías. Bajo los soportales de las casas que la rodean, entonces al descubierto, existían comercios de cordonerías, objetos de esparto, especierías, escribanías e incluso lupanares. En la plaza del Mercado también tenían lugar las fiestas y reuniones, las corridas de toros, los bandos municipales, las procesiones, las ejecuciones públicas. Era el centro neurálgico de la ciudad, su corazón palpitante…, y estaba presidido por la iglesia de San Pablo.

Por este motivo, el Cabildo de Úbeda, a falta de edificio propio, celebraba en ella sus reuniones periódicas y también la nobleza de la ciudad. En San Pablo se custodiaban los valiosos documentos que certificaban sus antiguos linajes y privilegios. También el archivo de la Universidad de priores y beneficiados de San Pablo. El lugar era la capilla de los encajes, llamada así por la filigrana de la piedra que la adorna. El estamento religioso y civil coexistían en un mismo espacio, en una lucha larvada de poder. De esta época ha quedado un curioso elemento arquitectónico que conserva el monumento a la izquierda de su fachada conocido como «el Tabladillo».

El Tabladillo de la iglesia de San Pablo de Úbeda

El Tabladillo no es sino una especie de templete adosado al muro sur y rematado con un mirador. Era usado tanto por las autoridades civiles como eclesiásticas para leer sus disposiciones ante el pueblo, y para presidir ambas los acontecimientos más señalados del calendario festivo. Los nuevos cargos municipales, como el de corregidor o alcalde mayor, que se renovaban cada año en la víspera de San Miguel, también eran presentados al pueblo en el Tabladillo.

Antes de edificarse esta especie de tribuna, el Cabildo ya llevaba décadas celebrando sus reuniones en una lonja adosada a la fachada de San Pablo. Una estructura que estaba revestida con tablones de madera, y es posible que de ahí provenga el nombre de «tabladillo». En cualquier caso, estas construcciones parecen habituales en la época. Un ejemplo cercano es el balcón del Pópulo de Baeza. Un púlpito desde el que se celebraban misas multitudinarias, dirigidas al pueblo congregado en la plaza. Es una práctica que viaja incluso hasta las Américas, adoptando la forma de capillas Posas en el Sur de este continente. Estas últimas, pequeños oratorios abiertos y situados en lugares estratégicos para reunir y adoctrinar a un gran número de fieles.

Vestigios románicos

Hay quien afirma que la iglesia de San Pablo de Úbeda fue un templo visigodo antes de la conquista árabe. Lo cierto es que fue edificada en el siglo XIII sobre el solar de una mezquita de barrio. De esta época románica conserva la elegante portada de los Carpinteros, la única en la ciudad en su estilo, decorada con flores y enigmáticas cabezas de hombres y mujeres que asoman entre las arquivoltas. También los canecillos historiados en el exterior del ábside, con bailarinas que se contorsionan, rodeadas de músicos y juglares.

Debió de ser, sin duda, un templo muy hermoso. Pero gran parte de él quedó reducido a cenizas en 1368. Año en el que tiene lugar la guerra civil entre los partidarios de Pedro I el Cruel y de su hermano bastardo Enrique II de Trastámara. Deseosos ambos de ceñirse la corona de Castilla. Úbeda apoyó al segundo, y sobre ella cayó la ira del primero, que arrasó y saqueó la ciudad sin contemplaciones.

Puerta de los Carpinteros

Puerta de los Carpinteros. Foto: Manu B.F.

Un bello ejemplo del gótico

El destrozo fue mayúsculo, y trató de repararse cuanto antes, pero no es hasta el siglo XVI que vuelve a brillar la iglesia de San Pablo de Úbeda en todo su esplendor. Y lo hace bajo el auspicio del obispo constructor por excelencia: Alonso Suárez de la Fuente del Sauce. Más de un escudo suyo luce en la fachada del monumento.

A pesar de andar ya triunfando el arte renacentista por estos lares, el prelado siente más inclinación por el gótico, y es este estilo el que destaca en todas las obras que patrocina. Esto explica el monumental arco abocinado de la fachada principal de San Pablo, construida en los primeros años del siglo XVI. Así como la escena de la coronación de la Virgen por el Padre Eterno en su tímpano, una iconografía muy popular en el gótico, que además conserva restos de haber estado bellamente policromada.

Conjunto escultórico en la portada sur de la iglesia de San Pablo

Foto: Zarateman

Una monumental fuente renacentista

Pero hay un rasgo más en el exterior de este sorprendente templo que llama la atención: la monumental fuente de San Pablo adosada al ábside. Esta sí de corte plenamente renacentista, construida a finales del siglo XVI, dentro de un plan general de reformas urbanas. Los escudos que la adornan —el de la propia ciudad, el del corregidor Juan Gaviria y el de los Austrias— delatan el carácter municipal de la obra.

Capillas funerarias de la iglesia de San Pablo

En el interior, el templo atesora algunas de las capillas funerarias más bellas de la ciudad. Como la capilla de la Encarnación, también llamada de los «Sanmartines», o más popularmente conocida como «la del muerto». Se debe a que en ella yace la estatua con armadura del caballero Juan de San Martín y Monsalve, famoso comendador y regidor perpetuo de Úbeda. Un cargo este último heredado de su padre Ruy Pérez de Sanmartín, quien fundó la capilla a principios del siglo XV según las directrices del gótico tardío.

Otro enterramiento sobresaliente en la iglesia de San Pablo es la capilla del camarero Vago, servidor del obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce. Este personaje también habitaba en una de las viviendas más curiosas de Úbeda, conocida como la Casa de los Salvajes. El espacio, acotado por una monumental reja, desarrolla una completa y abigarrada iconografía funeraria en un exquisito estilo plateresco, completado con las fabulosas pinturas murales del italiano Julio de Aquiles. El recinto también es conocido como la capilla de las calaveras, por los relieves alusivos que rematan su bella portada.

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