Sacristía Conventual, una de las salas del Museo San Juan de la Cruz de Úbeda

La Sacristía conventual es la primera sala que recibe al visitante en el Museo San Juan de la Cruz de Úbeda. En ella se exhiben emotivos enseres del siglo XVI muy vinculados con el santo carmelita. Junto a valiosas piezas de arte como el Cristo de los Cuatro Calvos.

Antes de penetrar en la Sacristía conventual, debiste franquear la misma puerta que atravesó el santo carmelita un día otoñal de 1591. Venía aquejado de unas «calenturillas» que le estaban provocando fiebre y malestar hacía ya ocho días, por lo que creyó necesario ponerse en tratamiento.

Para ello, salió de su solitario retiro, en el monasterio jiennense de La Peñuela, y se encaminó hacia el humilde convento de padres carmelitas descalzos de Úbeda. Podría haber elegido el santo fraile la congregación de la ciudad de Baeza, donde sabía que lo estimaban mucho. Pero, precisamente por ese motivo no quiso dirigirse hacia allí.

Vestíbulo del Museo de San Juan de la Cruz de Úbeda

Le esperaba, entonces, el convento carmelita de Úbeda. Una más que modesta construcción, con estancias gélidas y austeras, fundado en el año 1587 por el padre Jerónimo Gracián de la Madre de Dios. Para colmo de penas, al prior del convento no le agradaba en absoluto el hospedaje del enfermo. Se mostraba seco y despreciativo con él, y rehusaba proporcionarle cualquier atención o cuidado que redundara en su bienestar.

No obstante, esta arisca actitud irá cambiando a medida que entabla el prior relación con la extraordinaria personalidad del modesto frailecillo, que acaba muriendo irremediablemente a los pocos días. Esto último sucede en la noche del 13 al 14 de diciembre de 1591, en una de las tristes y desoladas celdas del convento.

Recuerdos personales del santo

En la sala de la Sacristía, bajo un recio templete de columnas pétreas, se halla expuesta la mesa donde fue velado el cuerpo sin vida de San Juan de la Cruz aquel aciago día de diciembre. Se trata de un sencillo tablero de madera del siglo XVI, en torno al cual se agruparon los hermanos carmelitas del convento de Úbeda para dar el último adiós al que fuera su guía espiritual. Pero también lo hizo una creciente y piadosa multitud, formada por amigos y admiradores que no tardan en proclamar su santidad.

Mesa donde estuvo el cuerpo yacente de San Juan de la Cruz, en la Sacristía Conventual

Como era de esperar, el proceso de beatificación y canonización de San Juan de la Cruz se inicia poco tiempo después. Y, más tarde, en 1926, el papa Pio XI lo proclama Doctor de la Iglesia Universal. Más aún, en el año 1952 es reconocido como el patrón de los poetas de habla hispana. Esto último, ratificado por el papa Juan Pablo II, gran devoto y admirador de San Juan de la Cruz.

El papa Karol Wojtyla realizó su tesis doctoral sobre la experiencia de la fe en el santo carmelita, poniendo énfasis en su particular misticismo. Por ello, regaló a la comunidad de Úbeda un conjunto de cáliz y patena de metal dorado que puedes ver en esta sala de la Sacristía. Junto con algunos enseres personales de fray Juan, como es una casulla del siglo XVI, bordada en hilo de oro, que utilizó para darles misa a las carmelitas descalzas de Sevilla.

Piezas de arte barroco

Entre las piezas de arte que se exhiben en la sala de la Sacristía conventual destaca una hermosa figura de San Miguel. Una talla de madera policromada del siglo XVIII, atribuida a José de Medina. El arcángel tiene bastante importancia en el convento de carmelitas descalzos, ya que es su santo titular, así como el de su iglesia, abierta al culto de la ciudad. San Miguel es, igualmente, el patrón de la ciudad de Úbeda, ya que fue conquistada por los cristianos el día de su onomástica, allá por el siglo XIII.

Otra de las piezas interesantes en la sala de la Sacristía es un pequeño crucificado conocido como el Cristo de los Cuatro Clavos. La llamativa postura contorsionada de su torso es muy similar a otra imagen que preside el altar mayor de la basílica de Santa María de los Reales Alcázares. Se trata de una copia del siglo XVII, recientemente restaurada, que recrea las típicas imágenes góticas. En su ejecución parece adivinarse la intervención de algún discípulo del escultor Alonso de Mena.

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