Paisajes sonoros urbanos

cartel festival

El estudio de la música en las ciudades durante los siglos XVI al XIX se ha venido asociando tradicionalmente con la narración de la actividad musical de sus principales instituciones (catedrales, teatros, capillas reales), la biografía de alguno de sus inevitablemente gloriosos compositores o el análisis de sus irrepetibles obras. Frente a esta reductora visión del pasado, deudora de la Gran Historia que privilegia personajes heroicos y eventos esplendorosos, surgió en los años 80 un nuevo enfoque que, bajo el rubro de «musicología urbana», perseguía dos objetivos: examinar de forma globalizada las prácticas musicales auspiciadas por las distintas instituciones de una ciudad y presentar una nueva visión del músico, atenta no sólo a los aspectos estéticos de su producción, sino también a su circulación y a su milieu o entorno socio-familiar más inmediato. Se trataba, pues, de descentralizar la perspectiva y prestar atención a nuevos modelos de mecenazgo musical (con instituciones alternativas como cofradías, parroquias, conventos y concejos, así como por particulares), desarrollados en espacios antes ignorados (no sólo eclesiásticos, sino también civiles, callejeros o privados) y con presencia de todas las manifestaciones sonoras posibles, sea cual sea su grado de elaboración y complejidad: desde la música más sofisticada compuesta en grandes centros de poder e interpretada por músicos profesionales al sencillo canto llano entonado en conventos y parroquias de provincia, el refinado sonido doméstico de la vihuela o el más popular y callejero de la guitarra, los repertorios cantados y tocados en procesiones, las fanfarrias al aire libre y hasta los toques de campana, elementos definidores del sonido en las ciudades del Antiguo Régimen.

 

Todas estas manifestaciones sonoras confluyen en el concepto de «paisaje sonoro urbano» (urban soundscape en su formulación anglosajona) que este año utilizamos como hilo conductor del festival, y que alude justamente a esta realidad plural y abierta del sonido en las ciudades del pasado y también a su poder simbólico como elemento definidor de lo urbano. Es por ello que la programación se articula en torno a una selección de ciudades europeas y americanas en años o periodos concretos de su historia, analizando en qué medida lo urbano -entendido como un conjunto de complejos procesos socio-culturales a varios niveles- condicionó la creación e interpretación musical en un sentido muy amplio. Entre ellas, figuran algunas de las grandes capitales europeas de la música (París, Venecia, Bolonia o Leipzig), acompañadas de sus homólogas peninsulares (Toledo, Valencia, Granada) y americanas (Puebla de los Ángeles en México, y Quito, integrada en el antiguo virreinato del Perú), en un generoso arco cronológico que abarca desde el siglo XIII hasta principios del siglo XIX, lo que permite aproximarse a un abanico muy diverso de repertorios, estilos y géneros, desde la Edad Media hasta la Contemporánea que aún vivimos.

 

Las temáticas de orientación urbana se entretejen con varias efemérides que no podían obviarse. Unas son de carácter propiamente musical, como el cuarto centenario del fallecimiento del compositor veneciano Giovanni Gabrieli (1612) o el tercero de la muerte del valenciano Juan Bautista Cabanilles (1712), cuya alta estima por parte de sus contemporáneos se refleja en una apocalíptica sentencia que da título al concierto de Juan María Pedrero: el mundo caerá antes de que surja un segundo Cabanilles («Ante ruet mundus quam surgat Cabanillas secundus«). Otras celebraciones son de carácter más general y, en realidad, constituyen una excusa para explorar las músicas contemporáneas de importantes eventos histórico-políticos. Entre ellos, destaca el octavo centenario de la batalla de las Navas de Tolosa, también llamada en las crónicas árabes batalla de Al-Uqab o Ubbadat Al-Arab (‘Úbeda de los árabes’) por ser la ciudad de los cerros uno de los primeros enclaves urbanos en caer bajo dominio cristiano. Para conmemorar esta trascendental batalla el Centro Nacional de Difusión Musical (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) coproduce con el festival tres conciertos que ofrecen otras tantas visiones complementarias de la música en esa época: la magrebí (Ensemble Andalusí de Tetuán), la cristiana (Alia Mvsica) y la mezcla oriente-occidente desde la sutil y personal visión de Jordi Savall, cuyo Hespèrion XXI visita el festival por primera vez. La segunda celebración no musical celebra el bicentenario de la Constitución de Cádiz de 1812 (La Pepa), hito democrático de gran trascendencia histórica, cuyo carácter aperturista y liberal se manifiesta en los programas propuestos para el fin de semana inaugural. El virtuoso guitarrista linarense Ricardo Gallén presentará obras de Fernando Sor y Dionisio Aguado, dos músicos liberales que se vieron forzados a un exilio parisino cuando Fernando VII derogó La Pepa, mientras que el dúo formado por la soprano zaragozana Marta Almajano y el guitarrista peruano Ernesto Mayhuire deleitarán al público con una escogida selección de castizas seguidillas y boleras del primer romanticismo español.

 

Hay pocos instrumentos cordófonos con una dimensión urbana tan marcada como la vihuela, vinculada tradicionalmente a la aristocracia, aunque recientes estudios revelan una presencia notable en otras esferas sociales que van desde el clero a las clases populares. Para profundizar en el conocimiento público de estos instrumentos, el festival acogerá del 30 de noviembre al 2 de diciembre el VIII Encuentro de la Sociedad de la Vihuela, el Laúd y la Guitarra, asociación dedicada a la difusión, estudio y enseñanza de los instrumentos históricos de cuerda pulsada en todas sus manifestaciones, y cuyo II Encuentro ya se celebró en el marco de Úbeda-Baeza en 2006. Cinco conciertos (dos de ellos de la propia Sociedad) correrán a cargo de especialistas tanto nacionales como extranjeros, y nos transportarán desde la magia onírica de la música sefardí hasta el abigarrado contrapunto del repertorio alemán para laúd, pasando por la vihuela y la guitarra en distintas combinaciones y con ocasional participación de la voz. En paralelo, la Universidad Internacional de Andalucía en su sede «Antonio Machado» de Baeza programará unas jornadas de estudio dedicadas a la vihuela que aspiran a realizar una puesta al día de los estudios en torno a este instrumento, tanto desde una perspectiva histórica como contemporánea. Sirven de complemento a estas actividades tres exposiciones, ubicadas en la Galería Alta del Hospital de Santiago. La primera ofrece una visión panorámica de la vihuela; la segunda se centra monográficamente en una de las cuatro vihuelas conservadas, el ejemplar de Quito, recientemente estudiado y reproducido por el violero Carlos González; y la tercera muestra que la fotografía es algo más que un arte, en este caso protagonizado a partes iguales por los instrumentos de cuerda pulsada y sus humanizados intérpretes, tal y como capta perspicazmente el objetivo del fotógrafo Pablo F. Juárez.

 

Completan la programación diversas actividades que son ya quintaesencia del festival, como los conciertos familiares, el ciclo «La música en los monumentos de Vandelvira» o las obligadas recuperaciones históricas de patrimonio musical inédito, como las que proponen La Grande Chapelle (con un programa monográfico dedicado al polifonista sevillano Alonso Lobo) y el Ensemble La Danserye (con música para ministriles conservada en la Catedral de Puebla, México). Todo ello con un propósito compartido: recrear el amplio y diversificado paisaje sonoro de las ciudades del pasado, entre las que las Muy Nobles, Leales y Antiguas Úbeda y Baeza, patrimonio mundial entre olivares, constituyen un ejemplo paradigmático.

 

Javier Marín López
Director del Festival

para más información y ver la programación: www.festivalubedaybaeza.org

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