Casa de las Torres

Gárgola en la fachada de la Casa de las Torres

 

La leyenda de la emparedada de la Casa de las Torres es una de las más populares de Úbeda. Recreada, incluso, por el escritor Antonio Muñoz Molina en su novela El jinete polaco. Pero ¿quieres conocer la verdadera historia que hay detrás de ella?

El caso de la emparedada de la Casa de las Torres salió a la luz tras unas obras de acondicionamiento realizadas en el palacio renacentista a principios el siglo XX. Desde entonces, la historia ha ido dando tumbos, de boca en boca, tomando nuevos matices, añadidos y giros inesperados según el vuelo de la imaginación de quien la cuenta…

No obstante, todas las versiones coinciden en la descripción de los protagonistas. Se trata de un matrimonio de conveniencia, entre una bellísima y joven esposa, con un hombre viejo, sombrío y celoso que la acaba asesinando y emparedando, vestida de monja, tras los muros del palacio. A partir de aquí, los lloros, ya sea de la joven mujer maltratada o del atormentado anciano, se escuchan por las salas vacías y oscuras de la mansión en el silencio de la noche. Pero ¿hasta que punto es cierto todo esto?

Detalle fachada Casa de la Torres de Úbeda

Detalle de la fachada de la Casa de las Torres

La verdadera historia de la emparedada

La historia de la emparedada de la Casa de las Torres se remonta al siglo XVI. Se trata, efectivamente, de un matrimonio de conveniencia. De aquellos que solían ser habituales entonces para mantener y, a ser posible, ampliar las fortunas y el prestigio del linaje familiar. Pero en este caso, los forzados esponsales se acuerdan entre un joven y apuesto Rodrigo Dávalos y Orozco, que es regidor de Úbeda, al igual que su padre, antecesor en el cargo. Y Ana de Orozco y Padilla, que es nada menos que su tía carnal, y que, con alrededor de cincuenta años, ya es toda una señora anciana en aquella época.

Estando así el panorama, es de imaginar que la convivencia ente ambos cónyuges no resultara muy fluida. Y, aunque nada sabemos acerca del carácter de Ana de Orozco, lo cierto es que para el joven Rodrigo la situación es cada vez más insostenible. Tan insoportable le resulta que… decide actuar. La práctica del emparedamiento es más habitual de lo que se piensa en el medievo. Muchas mujeres eran sometidas a este cruel castigo por manchar la honra familiar, por casos de celos, adulterios, infidelidades o cualquier otro espurio motivo.

Finalmente, el cuerpo momificado de Ana de Orozco se halló detrás de uno de los muros de la Casa de las Torres, en lo que hoy es el salón de actos de la Escuela de Arte del mismo nombre. Apareció de rodillas y amordazada, aunque llevaba puestas sus valiosas joyas.

Patio de la Casa de las Torres de Úbeda a principios del siglo XX

Patio de la Casa de las Torres a principios del siglo XX

Una Carta de Perdón

Los familiares de Ana de Orozco, que también son los de Rodrigo, comienzan a inquietarse ante su prolongada ausencia. El joven marido les dice que se ha marchado a Sevilla a visitar a unos parientes. Pero, al cabo, descubren que estos familiares sevillanos no la han visto, que ni siquiera ha pisado la ciudad. ¿Dónde estaba entonces? Comienzan a sospechar de Rodrigo…

También de la veintena de criados que sirven en la Casa de las Torres. Si no han sido ellos, alguno, al menos, habrá tenido que ver o escuchar algo que les ayude a esclarecer el misterio. Pero la servidumbre no quiere problemas y, además, se les ha prometido una generosa compensación económica por mantener la boca cerrada. Nadie sabe nada…, sin embargo, crece la desconfianza y los recelos sobre el joven Rodrigo, quien no aguanta la presión y acaba confesando el crimen. Aunque no dice dónde está el cadáver de su mujer, que nunca consiguieron hallar.

Todo queda, al parecer, en un asunto de familia. Ya que, para evitar engorrosos pleitos que acabarían mermando sus fortunas y manchando su honor, se le ofrece a Rodrigo firmar una Carta de Perdón. Es este un documento en el que la parte agraviada perdona al agresor a cambio de una serie de condiciones. En este documento, que se custodia en el Archivo Histórico de Úbeda, se le pide al joven noble que profese en una Orden religiosa, que viaje hacia las Américas y que no abandone la congregación de por vida. Y así sucede. Rodrigo Dávalos y Orozco pone rumbo a Cádiz, donde ingresa en una Orden religiosa, probablemente de franciscanos. Y, en esta misma ciudad, embarca hacia su particular aventura en el Nuevo Mundo.

Archivo Histórico de Úbeda

Archivo Histórico de Úbeda

La fábula de Antonio Muñoz Molina

Tan jugoso episodio de la historia de Úbeda no escapa a la magistral pluma de Antonio Muñoz Molina, que vivió su infancia justo enfrente de la Casa de las Torres. En El jinete polaco, premio Planeta y premio Nacional de Literatura, relata su propia versión novelada de los hechos. Según nuestro escritor fue un gato el que entró en el edificio e hizo saltar una bomba de la Guerra Civil que ocasionó el derrumbe de un muro, tras el que apareció una momia vestida de época:

«…guapísima, como una artista de cine, y rápidamente corrigió, como una estampa de la Virgen, vestida de dama antigua, morena, con tirabuzones, con un vestido de terciopelo negro, con un rosario entre las manos, una santa martirizada en secreto, emparedada en el sótano más hondo de la casa de las Torres, tras un muro de ladrillo que la explosión de una granada derribó por azar».

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