La Casa de las Torres de Úbeda

Es el primer edificio palaciego que se erige en Úbeda en el siglo XVI. En una época de transición capaz de unir, en la Casa de las Torres, la soberbia decoración plateresca con el exquisito renacimiento de su patio interior.

La Casa de las Torres de Úbeda comenzó a edificarse en los primeros años del siglo XVI. Por su composición estilística, es fácil imaginar que las obras comenzaron por la fachada, muy influenciada por el modelo arquitectónico medieval. Su profusa decoración habla en todo momento del ilustre propietario que la mandó erigir: Andrés Dávalos de la Cueva. Es, toda ella, una exaltación de su linaje, la narración del universo caballeresco al que pertenece.

Andrés Dávalos es miembro de una de las familias nobles más arraigadas e influyentes de Úbeda. También es regidor de la ciudad y comendador de la Orden de Santiago, entre otros cargos de prestigio.

Universo simbólico en la fachada

La fachada, articulada a modo de retablo, está llena de simbolismo en su decoración. La gran profusión de conchas o veneras deja clara la pertenencia de Dávalos a la Orden de Santiago. Hay quien, por ello, ve paralelismo con la famosa fachada de la Casa de las Conchas de Salamanca.

Los escudos en los tímpanos hacen alusión a las victorias y posesiones de su linaje. También, claro está, al de su mujer, Antonia de Orozco. Grandes blasones que sostienen dos «salvajes» encadenados, rudos personajes que custodian como fieras el antiquísimo origen de su estirpe.

En la fachada de la Casa de las Torres hay labrados, también, cuernos de la abundancia, que aluden a la fortuna, y águilas que simbolizan la inmortalidad del alma. Hay deidades protectoras que velan en las enjutas de la puerta para protegerla de los malos espíritus. Y una tenebrosa crestería de gárgolas y tenantes que recuerdan tiempos de supersticiones y oscuridad.

Sin embargo, lo que más llama la atención de esta fascinante portada son sus dos grandes y señoriales torres. Un elemento que le confiere al palacio carácter de alcázar, de fortaleza militar. Aunque, en el momento en que se construye, ya no es necesario tal protección, pues la guerra con los nazaríes de Granada ha terminado. Y también los enconados enfrentamientos entre bandos de la nobleza por hacerse con el mando de la ciudad. No obstante, las torres continúan dando empaque señorial al palacio, son un elemento de prestigio. Tanto que le han dado su nombre ¿Qué sería la Casa de las Torres sin sus torres?

Algo más sobre los Dávalos

Es curioso saber que la Casa de las Torres se levantó sobre las ruinas de otro gran palacio, que por desgracia no sabemos si estuvo o no torreado. Pero sí sabemos que perteneció a un célebre antepasado de la familia, a Ruy López Dávalos. Este noble, que nació en Úbeda en el año 1357 fue un personaje importante, porque consiguió ser Condestable de Castilla, es decir, la mano derecha del rey Enrique III y de su sucesor Juan II. Lo que le granjea enorme prestigio y poder, riqueza, títulos y señoríos en gran parte de la geografía castellana. Su envidiable estatus económico y social nos recuerda a otro gran secretario ubetense, Francisco de los Cobos, que lo fue del emperador Carlos V, muchos años después.

El motivo por el que no sabemos cómo fue la suntuosa vivienda de Ruy López Dávalos es porque fue demolida, arrasada, tumbada. Fue este el castigo fulminante por haber participado el aristócrata ubetense en el Golpe de Tordesillas, por entender que había traicionado a su rey. Por su puesto, se queda sin el cargo de Condestable y, para más escarnio, es condenado al exilio. Caído en desgracia, Ruy López Dávalos jamás volvió a Úbeda, ni a ningún territorio de Castilla.

Condestable Dávalos

Condestable Ruy López Dávalos

Un patio renacentista de aire andaluz

Volviendo a la Casa de las Torres, quizás habría que preguntarse también qué sería de ella sin su patio. Porque es uno de los patios que más se ajustan al estilo renacentista en tierras andaluzas. De hecho, sirvió como referente para la construcción de otros bellos patios en la ciudad, como el del Hospital de Santiago o el del palacio Vázquez de Molina.

El patio debió construirse entre los años 1530 y 40. Con aire esbelto y refinado, en comparación con la austeridad castellana de la fachada. Posee una doble arquería de medio punto, que se apoya sobre elegantes columnas. Pilares que resultan aún más esbeltos con el doble ábaco que exhiben sobre sus capiteles.

La galería superior muestra en las enjutas una decoración a base de escudos y bustos de personajes heroicos que encarnan los ideales caballerescos de honores y glorias. El alto mensaje que simulan trasmitir y la calidad de su talla contrastan con las monstruosas gárgolas que parecen sostener en sus cabezas, como una especie de contrapunto, como un recuerdo de lo irracional y del vicio frente a la virtud.

Escenario de un emparedamiento

La casa de las Torres de Úbeda, hoy sede de la Escuela de Arte del mismo nombre, es protagonista de una de las leyendas más populares de Úbeda. Y, por ello, también de la que existen más variantes. Un ejemplo de nuestro pertinaz arraigo al imaginario colectivo y al empleo de arquetipos recurrentes que nos ayudan a explicar y a sentirnos más cómodos en lo inabarcable de la experiencia y del mundo.

Pero si quieres sabes la verdadera historia que subyace a esta la inquietante leyenda, también novelada por el escritor Antonio Muñoz Molina, te invitamos a leer nuestro post: la emparedada de la Casa de las Torres.

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