Escudo de Alonso Suárez de la Fuente del Sauce en la Casa de los Salvajes de Úbeda

Dos grotescas figuras custodian el escudo nobiliario que adorna la mansión del camarero Francisco de Vago, conocida por ello como la Casa de los Salvajes. Un recurso arcaizante que se repite en otros edificios palaciegos de la ciudad de Úbeda.  

La Casa de los Salvajes está situada en el callejón de Ventaja, muy cerca de la plaza Primero de Mayo, conocida popularmente como el paseo del Mercado. Es una vivienda edificada a principios del siglo XVI, con sillares de cantería bien labrados. En su escueta fachada, y sobre el dintel de la puerta, predomina una curiosa composición iconográfica, enmarcada en un estilizado alfiz gótico. Se trata de dos hombre descalzos, cubiertos de abundante pelo, que sostienen, arrodillados, un gran escudo episcopal. Se asemejan, sin duda, a auténticos «salvajes» y de ahí el sobrenombre que recibe el edificio.

Los «salvajes» en la arquitectura ubetense

En la arquitectura local de finales del siglo XV y durante todo el siglo XVI es habitual encontrar a estos extraños seres custodiando el escudo de las familias nobiliarias ubetenses. Figuras rudas y mitológicas que son vistas como defensores del clan familiar. Por su primitiva apariencia, indican al visitante foráneo que el origen de su linaje se pierde en la noche de los tiempos. Que su ascendencia se remonta al inicio de la humanidad…

Los llamados «salvajes» simbolizan también la sumisión inquebrantable con la noble estirpe que representan, ciñendo gruesas cadenas en la cintura y grilletes en los tobillos. Son seres invencibles y están al servicio de los nobles señores que habitan tan distinguida residencia. Por ello sostienen también entre sus manos sendos escudos con la leyenda FI-SE, que viene a decir en latín «Fiel Servidor».

Detalle del escudo de la Casa de los Salvajes de Úbeda

Sin embargo, en este caso, el escudo de la fachada de la Casa de los Salvajes no pertenece al dueño de la vivienda, sino al obispo de la diócesis de Jaén, Alonso Suárez de la Fuente del Sauce. Un personaje este muy influyente en la época, impulsor de numerosas obras en el reino del Santo Rostro. El verdadero morador de la Casa de los Salvajes es su camarero y «fiel servidor» Francisco de Vago y Baeza.

Francisco de Vago y Baeza  

Francisco de Vago, vecino del barrio de San Pablo, no posee título de hidalguía alguno. Pero supo escalar en el escalafón social y granjearse un más que confortable nivel de rentas. Así lo refleja con claridad su testamento, donde declara importantes bienes y donde deja sustanciosas mandas o asignaciones monetarias a sus sobrinos. También queda reflejado su alto estatus económico en la capellanía que funda a su muerte, en 1561. A la que dota con varias de sus casas y una espléndida heredad con huertos, vides y olivos. El primer patrón y capellán de este patronato será un primo suyo, Sebastián de Villanueva.

Y es que Francisco de Vago prepara su enterramiento en la cercana iglesia de San Pablo. Uno de los templos más antiguos de la ciudad, que preside el ya mencionado paseo del Mercado, centro neurálgico del poder religioso y civil. En este templo interviene su señor, Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, realizando importantes reformas arquitectónicas. Una de ellas, la ejecución de la hermosa portada sur, de estilo gótico isabelino, donde deja varias veces repetida la impronta de su escudo episcopal. Además, Francisco de Vago es también beneficiado de la iglesia de San Pablo.

La capilla funeraria del Camarero Vago

Todo ello le permite al camarero del obispo constructor edificar en el viejo y simbólico templo una de las capillas funerarias más suntuosas y notables de la ciudad. En su espléndida portada, coronando el gran arco triunfal, volvemos a encontrar el escudo del obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce. Así como también la divisa de «Fiel Servidor». Dos emblemas ya utilizados en la Casa de los Salvajes.

El interior de la capilla, protegido por una monumental reja del maestro Bartolomé, está cubierto con bóveda de crucería. Es un espacio muy recoleto donde el sepulcro del camarero Vago se sitúa adosado al testero del oratorio. Está sustentado, a modo de urna funeraria, por dos titanes o gigantes que dan la espalda a un niño recostado sobre piñas y granadas, representación alegórica del alma, símbolo de eternidad.

Sarcófago de la Capilla del Camarero Vago en la iglesia de San Pablo de Úbeda

Los restos de policromía tanto en el interior como en el exterior, dan idea del enorme despliegue simbólico y ornamental llevado a cabo sin duda por el genial Julio de Aquiles.

Otros «salvajes» en la ciudad de Úbeda

En la ciudad de Úbeda existen otros ejemplos similares al de la Casa de los Salvajes. Uno de ellos se encuentra en el palacio del Caballerizo Ortega, en la parroquia de San Nicolás. De él solo se conserva la portada, dominada por las mismas figuras de los salvajes. Esta vez erguidos, sosteniendo el escudo nobiliario del morador de la mansión, el caballero santiaguista Cristóbal de Ortega, regidor que fue de Úbeda y caballerizo de Felipe II.

Otra réplica de estas intrigantes figuras se encuentra en la Casa de las Torres, la primera residencia palaciega que se erige en Úbeda a principios del siglo XVI. En su fachada, franqueada por dos gruesas torres que le dan un aire de alcázar, encontramos de nuevo a los dos salvajes custodiando el escudo de las familias Dávalos y Orozco. Andrés Dávalos de la Cueva es otro de los ilustres personajes ubetenses. Caballero de la orden de Santiago, como el anterior. También regidor de la ciudad y poseedor de una larga lista de títulos y nombramientos.

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