Palacio de Francisco de los Cobos en Úbeda

Palacio de Francisco de los Cobos en Úbeda

Francisco de los Cobos es uno de los personajes más insólitos y extraordinarios de la historia. Un ubetense que consiguió, por méritos propios, ser el secretario del emperador Carlos V. Riqueza, prestigio y poder al servicio del Renacimiento en su tierra natal.  

Francisco de los Cobos y Molina es un ejemplo de tesón y tenacidad. Hijo de un simple hidalgo ubetense, supo ascender en la escala social por méritos propios hasta alcanzar el cargo más codiciado en la administración del siglo XVI, el de secretario del emperador Carlos V.  

Francisco de los Cobos es la mano derecha del que es conocido como «el César»: Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Bajo su dominio se hallan los reinos unidos de Castilla y Aragón, y también los territorios borgoñones, el archiducado de Austria y las inéditas posesiones en las Indias Occidentales.

Esto supone para Cobos poder a raudales y riqueza a manos llenas. Sus consejos son siempre tenidos en cuenta por el todopoderoso monarca, que precisa de su compañía en los frecuentes viajes que realiza por su vasto imperio. En el desempeño de esta actividad, recibe el fiel secretario títulos, gracias, nombramientos y propiedades, también exclusivos regalos de las delegaciones y embajadas con las que hace de intermediario.

Además, Francisco de los Cobos es de los pocos trabajadores del aparato burocrático que no cae en desgracia, consiguiendo mantenerse en el puesto hasta el final de sus días. Trabaja, incluso, como hombre de confianza en el gobierno de Felipe II. Esto es posible gracias a la red clientelar que va tejiendo hábilmente a su alrededor, otorgando favores y privilegios, regalando puestos, haciendo concesiones a familiares, amigos y allegados que siempre estarán en deuda con él y que, por tal motivo, son de su entera confianza.

Medalla de Francisco de los Cobos de Chistoph Weiditz

Medalla con la efigie de Francisco de los Cobos de Christoph Weiditz

El anhelo de Francisco de los Cobos

Sin embargo, hay una cosa que no tiene Francisco de los Cobos y que anhela más que ninguna otra: el pertenecer a la nobleza. Cobos procede de una familia destacada e influyente de Úbeda. Su padre llegó, incluso, a ser regidor de esta ciudad, y presumía de haber participado, con honores, en la guerra de Granada. Algunos de sus parientes sirvieron cerca de la realeza, pero su familia no procede de la alta nobleza castellana.

Cobos no puede presumir de una estirpe de antepasados gloriosos, ni heredar de ellos sus heroicas hazañas y escudos de armas. Siente que no pertenece a tan aristocrático club y esto será como un lastre, una mancha en su brillante currículum que siempre tratará de ocultar y enmendar. En su larga y fructífera carrera va a imitar y adoptar todos los atributos de la alta nobleza. Sus exclusivos gustos y costumbres, el acopio de posesiones, los títulos de mayor prestigio, los grandes señoríos, mayorazgos, castillos y palacios, ricamente engalanados.

Matrimonios de conveniencia

Es con esta intención que concierta su matrimonio con María de Mendoza y Sarmiento. Una casi niña de 14 años de edad que pertenece a una linajuda familia castellana, pero que tiene las arcas vacías y una numerosa prole a la que buscar digno acomodo. Es muy probable que los novios no se conozcan hasta el mismo día de la boda. Y tampoco importa el hecho de que el futuro marido sea unos veinte años mayor que la prometida.

Francisco de los Cobos y María de Mendoza, condesa de Ribadavia, tendrán solo dos hijos, a los que el secretario imperial también buscará un ventajoso enlace de conveniencia. Así, su primogénito Diego de los Cobos contrae matrimonio con Francisca Luisa de Luna, heredera de un vasto pero endeudado señorío. Carlos V les concederá a la pareja el título de marqueses de Camarasa.

El contrato matrimonial de su hija María le va a dar grandes dolores de cabeza a Cobos, porque quiere casarla con el marqués de Sessa, perteneciente a la familia de los Fernández de Córdoba. Pero estos últimos solo quieren el dinero de la dote, que se ve obligado a aumentar una y otra vez. También codician su influyente puesto en la corte, pero les cuesta aceptar la unión con una dama que no posee origen nobiliario.

Escudo de María de Mendoza en la fachada del Salvador de Úbeda

Escudo de armas de María de Mendoza en la fachada de El Salvador de Úbeda

Mecenas del Renacimiento en el Sur

Ya posicionado entre lo más granado de la nobleza castellana, Cobos continúa con un acopio casi compulsivo de enseres y objetos de valor, de numerosas obras de arte realizada por los artistas más afamados del momento, procedentes la gran mayoría de Italia. Muchas de estas piezas de arte son dádivas y regalos que recibe el secretario para obtener favores. Otras son encargos que realiza aconsejado por entendidos en el tema.

Todas estas riquezas las emplea para revestir de suntuosidad sus residencias palaciegas. Muchas de ellas irán destinadas a la fastuosa capilla funeraria que está construyendo en Úbeda, su ciudad natal, donde habrá de ser enterrado. La Sacra Capilla del Salvador es una construcción capaz de rivalizar con la de los Reyes Católicos en Granada.

Sacra Capilla de El Salvador del Mundo en Úbeda

La familia y parientes de Cobos en Úbeda, favorecidos por él, alcanzarán un elevado estatus que se traduce en la construcción de soberbios palacios en la ciudad que los ha visto nacer. Ejemplo de ello es el palacio de las Cadenas, actual sede del Ayuntamiento, mandado construir por Juan Vázquez de Molina. Este último, sobrino de Cobos y su sucesor en el puesto de secretario, pero del rey Felipe II. También el monumental Hospital de Santiago, obra de su hermano, el obispo Diego de los Cobos.

Obras todas ellas para las que Cobos recurre a un joven arquitecto, también hecho a sí mismo, como él: Andrés de Vandelvira. Andrés comenzó como cantero en Alcaráaz a las órdenes de su padre, y terminó construyendo la Catedral de Jaén, hoy candidata a ser proclamada Patrimonio de la Humanidad.

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