Situado en la monumental plaza Vázquez de Molina, su sencilla apariencia esconde una interesante historia como emparedamiento femenino, beaterio, residencia y cárcel canónica. Hoy es la actual sede de los juzgados de la ciudad de Úbeda.
El Emparedamiento de Sancho Íñiguez
En su origen, los gruesos muros del edificio conocido como Cárcel del Obispo dieron cobijo a una comunidad de mujeres que, sin ser monjas, decidieron dedicar el resto de sus vidas a la contemplación y la oración cristiana. Fue esta una práctica muy habitual en la Edad Media entre las féminas, aunque también hubo hombres emparedados. Había quien decidía hacerlo en solitario, a dúo o en comunidad, como es nuestro caso. A este tipo de encierro acudían mujeres de toda condición. Pero, en principio, tuvo más predicamento entre la clase media y alta. No en vano, es doña Mencía López de Zambrana, ciudadana ubetense de desahogada posición económica, quien funda el que hoy nos ocupa: el Emparedamiento de Sancho Íñiguez, en memoria de su padre.
Esta comunidad comienza a funcionar en el siglo XV bajo la advocación de Santa María de los Reales Alcázares, la antigua e ilustre iglesia que se alza en uno de sus lados. Es frecuente que los emparedamientos se sitúen contiguos a iglesias o conventos, para poder habilitar algunas dependencias que permitan, a modo de tribuna, asistir a las misas y oficios divinos sin abandonar el reclutamiento. Nuestro emparedamiento contaba con una de ellas, situada a la izquierda de la nave central de Santa María.

El beaterio, actuales juzgados de Úbeda, junto a la puerta de la Consolada de la basílica de Santa María. Foto: Padilla.
Una comunidad de beatas y recogidas
Al emparedamiento de Sancho Íñiguez también se le cita en los documentos antiguos como beaterio. En estos últimos las normas que observan las usuarias son algo más relajadas, aunque suelen seguir el canon de una orden terciaria. En este caso fue la de San Francisco. El beaterio, además de acoger a cristianas fervorosas es, en muchas ocasiones, el único lugar donde pueden refugiarse mujeres rechazadas por aquella sociedad intransigente, debido a sus «faltas o pecados», o bien por ser pobres de solemnidad, solteras o viudas incapaces de mantenerse por sí mismas.
Residencia, cárcel y juzgados
A este edificio se le conoció también como Casa de los Abades. Ya que, acabadas sus funciones de beaterio, sirvió para hospedar a la autoridad eclesiástica de la Universidad de Priores y Beneficiados de Úbeda, con sede en la iglesia de San Pablo. Hacia el año 1733, el inmueble recibe nuevos inquilinos. Esta vez los clérigos que cumplen condena canónica por algún tipo de subversión. Por este motivo es conocido como la Cárcel del Obispo, cuyo escudo episcopal luce en la clave de la entrada.

Los elementos en relieve del blasón aluden a la pureza, el equilibrio y la fortaleza, muy acorde con el propósito de las emparedadas. Foto: Manu B. F.
El edificio es finalmente adquirido por el Ayuntamiento de Úbeda en 1944. Y, en los años 60, se procede a su adecuación como sede de los juzgados de la ciudad, inaugurados en 1969. Por desgracia, en esta torpe intervención se perdieron para siempre algunos elementos clave de la estancia, como es el coqueto patio interior de estilo mudéjar. Desde entonces, y tras varias adecuaciones más, el edificio ha continuado con este cometido hasta la actualidad.
Un importante hallazgo
En la reforma acometida en el año 2003 en la antigua Cárcel del Obispo, salieron a la luz importantes vestigios arqueológicos que dormían bajo sus cimientos. Nada menos que una necrópolis del Argar. Una cultura que hasta entonces se había circunscrito solo al Levante y a la provincia de Almería. Los valiosos objetos hallados en cistas de piedra —cuencos, vasijas y copas argáricas de la Edad del Bronce— se exhiben en el Museo Arqueológico de la ciudad.
- Cuenco
- Copa argárica
- Vaso carenado
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